Economistas, políticos y comunicadores, han generalizado la opinión que, el problema mayor a enfrentar, es la inflación. Según este relato, el descontrolado gasto del gobierno –que supera sus ingresos por recaudaciones de impuestos, obligaría al Banco Central a “imprimir billetes” y prestarlos al gobierno para que mantenga el ritmo de gasto; el aumento de circulante en la economía, llevaría inexorablemente a una demanda mayor a la oferta, lo que se traduciría en el aumento de precios: ¡inflación!
Con más o menos matices, todos los planes de gobierno adoptan el diagnóstico. A partir de esta premisa, proponen reducir o eliminar el déficit reduciendo personal y congelando salarios (austeridad), para lo que se independizará el Banco Central, se reformará el sistema tributario, y se fortalecerá el sistema financiero