El crecimiento sectorial en las regiones muestra que la participación del agregado real (productivo) ha caído en todos los departamentos, mientras que también en todos aumenta el “aporte” FAPI (un aporte esencialmente contable porque estos 3 sectores generan rentas sin crear valor-ingresos, o empleo productivo). El agregado extractivo solo incide significativamente en Tarija, Potosí y Oruro.
Sectorialmente, esto se refleja en el hecho que, respecto a los 10 años precedentes, desde 2006 (a valores corrientes), sólo crecieron el extractivo y la administración pública; si se toman como base valores constantes de 1990, se suman los sectores del transporte y (marginalmente) la construcción y la industria. En todo caso, la escasa articulación –tanto horizontal como vertical de esos 5 sectores, es un fuerte indicio que el crecimiento que da lugar a los comportamientos observados es episódico, y no responde a un proceso articulado de desarrollo.
El crecimiento desde 2006 está sustentado por los sectores y las actividades que menos deberían crecer si lo que busca es un desarrollo productivo integral, que valore el trabajo y la iniciativa humana como fuente de creación de valor, y considere que deben ser las personas las beneficiarias directas y finales de los beneficios del crecimiento.
Por ejemplo, en 2013-2014, el PIB creció por encima del 4,5% “gatillando” el segundo aguinaldo; pero sólo servicios financieros, administración pública, impuestos (FAPI, que no aportan a crear valor ni empleo productivo), la construcción, industria de cemento, transportes, y distribución de gas, agua y electricidad, crecieron más del 4,5%.
El resto de las actividades de la economía real (28 sectores/subsectores), en las que se concentra el 80% del empleo remunerado, crecieron apenas en 2,3% como promedio, pero cargaron el peso del segundo aguinaldo.