El tema del empleo es cada vez más parte del discurso político, pero las propuestas, en general, o tienen enfoques sectoriales, o sólo ofrecen una serie de variaciones sobre los Programas de Empleo de Emergencia que Bolivia promovió desde 1986 con el Fondo Social de Emergencia. Desde entonces, a pesar que el tema del empleo ha sido parte de todas las ofertas electorales y que Bolivia ha gastado más de 500 millones de dólares en Programas de Empleo, los niveles de subempleo y, de forma especial, la precariedad del empleo, crecen continuamente. La razón de los reiterados fracasos radica en que ninguno de los programas ataca las causas-raíz que impiden generar empleo, primero, en la cantidad que la sociedad demanda y, segundo, con la calidad que implica la dignidad del trabajo. En consecuencia, la tarea pendiente es identificar y eliminar los factores estructurales que, hasta ahora, impiden crear los puestos de trabajo que la sociedad boliviana necesita.