No es la primera vez que alguien me reprocha por cuestionar proposiciones (¿dogmas?) que hoy son base del pensamiento económico ortodoxo. Efectivamente, Milton Friedman, como el ideólogo abanderado del monetarismo, entronizó en el ideario económico –como verdad absoluta, la supuesta relación causal entre masa monetaria e inflación, a partir de ideas, flujos y conceptos económicos expresados en relaciones matemáticas. El formalismo matemático habría dado, a estas relaciones, el “certificado de veracidad” que les otorga el rango de leyes físicas naturales; es decir, las teorías económicas, expresadas como fórmulas matemáticas, tendrían el mismo valor que las leyes de la física en la naturaleza.
Pero la “matemización” de la economía ha llevado a que muchos economistas pierdan el sentido de realidad que se requiere para que las expresiones matemáticas reflejen fielmente los comportamientos económicos. Es decir, las matemáticas pueden ser útiles a la economía en tanto expresen correctamente los procesos económicos reales, y no, como actualmente sucede, que la formulación matemática de procesos económicos –y sus interpretaciones, se impongan sobre las evidencias empíricas tangibles.